7 de enero de 2012

Esmeralda


Luego de dos días practicamente sin salir del hostel, ayer organicé la excursión a Laguna Esmeralda. Digo organicé porque había que juntar un mínimo de 4 personas para que la combi venga a buscarte. Por supuesto conté con el apoyo inmediato de mis queridas Vicky y Cristina, pero necesitábamos sumar a uno más. Finalmente fueron cuatro más, una pareja brasilera con quienes compartimos la habitación y dos pibes que son de Las Flores, Pcia de Bs As, con quienes estuve pasando buenos ratos juntos desde que llegaron hace dos días. Con ellos he terminado las últimas dos noches en un irish bar llamado Dublin, que se llena de turistas y gente local, tanto que en un momento se torna insoportable, por el ruido, la gente parada, ya no se puede hablar ni estar así que cuando eso ocurre vuelvo rajando para el hostel.

A esta altura debo decir que casi todo el mundo en el hostel me conoce y de alguna manera me he convertido en un constante animador del lugar. Soy el que hace mate, toca la guitarra, musicaliza la sala de estar, organiza partidos de ping pong . Los dueños del hostel y los empleados ya me tratan como si fuera parte del lugar. Realmente me siento a gusto aquí.
Pero después de dos días dentro, con una sola salida a caminar por la costa y la compra de algunas provisiones, ya sentí la necesidad de salir a encontrarme con la naturaleza y puse la mira en la Laguna Esmeralda, que es un sitio no tan publicitado como otros.

A las 11 hs vino la combi conducida por Carlos, un peruano, que venía escuchando música pop en inglés pero enseguida me complació ante mi reclamo de cumbia peruana.

La caminata hasta la laguna es tranquila, atravesando bosquecitos y turba, un terreno húmedo y blando que da la sensación de caminar sobre esponja, un colchón o una gran mullida alfombra, pareciera que uno va rebotando mientras camina.
Llegamos a la laguna justo cuando el hambre apretaba el estómago. Como lo dice su nombre, esmeralda es de un verde que enceguece, es un lugar de una belleza densa, no encuentro otro adjetivo mejor, densa es la palabra, la densidad de ese verde luminoso, densa el agua lechosa, láctea a los ojos incrédulos. Es una olla formada por las montañas que la rodean.
Almorzamos en la playita pedregosa. Luego, mientras las maestras y uno de los chicos de Las Flores se quedaron ahí, la pareja brasilera, el otro florence y yo, bordeamos todo el costado de la laguna y emprendimos la subida hacia el glaciar que le da origen. Enseguida nos internamos en un bosque siguiendo siempre al río que baja del glaciar a la laguna. Nos sorprendió una paisaje de numerosos árboles muertos, caídos y de pie, aparentemente por acción de los castores, los cuales forman sus represas en el río acumulando agua. Vimos algunos nadando en la espesura verdosa del agua casi estancada. Un lugar irreal, de un mundo ficcionado por Tim Burton, los árboles blanquecinos, totalmente despojados de hojas, de verdor, parecen pedir auxilio en la expresión de sus ramas secas, muertos vivos, espectros que caminan entre castores por el agua esmeralda.
Seguimos adelante hasta llegar a unas enormes piedras, al rodearlas nos encontramos de frente al glaciar "ojo de albino" y detrás la vista de la laguna cual piscina de natación y todo el valle. Hermoso. Allí nos quedamos todo el tiempo que pudimos, teniendo en cuenta el regreso para alcanzar la combi que nos vendría a buscar a las 18 hs.
Emprendimos la vuelta a las 16 hs, la primer parte hasta la laguna la transitamos sin problemas, pero luego equivocamos el camino y nos perdimos. Sabíamos que debíamos seguir el curso del río y jamás cruzarlo según las indicaciones que habíamos recibido y así lo hicimos, pero el camino bordeando el río se fue haciendo complicado. En un momento no había por donde seguir, tuvimos que cruzar por entre arbustos duros y pinchudos, en bajada, no había donde pisar ni de dónde agarrarse, pero a fuerza de no tener opción seguimos adelante hasta que dimos con una pìsta de esquí. Eso nos dió la pauta de que tan mal no estábamos. Recorrimos la pista, que sin nieve es un camino de pura turba, la cual sorteamos esquivando las partes más blandas en las que uno podría quedar con la pierna enterrada hasta la rodilla. Al final de la pista encontramos un sendero que finalmente nos depositó en el camino correcto. Pasó ese momento de incertidumbre de no saber dónde estás. Llegamos justo para tomar la combi y volver al hostel.



3 comentarios:

  1. Excelente amigooo, ya estamos en buenos aires, disfruta de los dias que te quedan, te mandamos un fuerte abrazo
    Mauro y juani (los florences)

    Increible esos castores, atorrantes !!!!! jajaja

    ResponderEliminar
  2. Jaja, abrazo hermano para los 2!!! Nos vemos en febrero.

    ResponderEliminar