Pasé una buena noche con las medidas tomadas contra el frío. A las 5 AM sonó el despertador anunciando que era hora de dejar ese paraíso llamado Cabo Polonio.
Volví la cama a su sitio, lo mismo con las mantas. Barrí alrededor de la estufa, cerré el candado y salí a la oscuridad.
Mientras bajaba adivinando los relieves del suelo vi las luces del camioncito que me depositaría en la ruta para tomar el micro a Punta del Diablo.
El hombre del camión ni bajó. Abrí la puerta y me subí a su lado en la cabina. El conductor tomaba mate mientras conducía por la playa muy cerca de esa masa ruidosa e inquieta que es el mar en la oscuridad.
Me contó acerca de los ciervos que antes aparecían en el camino, pero que la tala indiscriminada había ahuyentado.
Luego del pequeño viaje, quedé en la soledad de la ruta esperando el micro. El frío y los ruidos de diversos animales eran mis únicas compañías. Lo escuché venir mucho antes de que aparecieran las luces.
Volví la cama a su sitio, lo mismo con las mantas. Barrí alrededor de la estufa, cerré el candado y salí a la oscuridad.
Mientras bajaba adivinando los relieves del suelo vi las luces del camioncito que me depositaría en la ruta para tomar el micro a Punta del Diablo.
El hombre del camión ni bajó. Abrí la puerta y me subí a su lado en la cabina. El conductor tomaba mate mientras conducía por la playa muy cerca de esa masa ruidosa e inquieta que es el mar en la oscuridad.
Me contó acerca de los ciervos que antes aparecían en el camino, pero que la tala indiscriminada había ahuyentado.
Luego del pequeño viaje, quedé en la soledad de la ruta esperando el micro. El frío y los ruidos de diversos animales eran mis únicas compañías. Lo escuché venir mucho antes de que aparecieran las luces.
Al subir, el chofer me reconoció de inmediato:
- A vos te traje el otro día– me dijo, y agregó -adonde vas a ahora?
- A Punta del diablo. – contesté.
Llegué a las ocho y media y comencé a buscar el hostel de Uwe "El diablo tranquilo". Con facilidad lo hallé gracias a varias indicaciones que me dieron algunos parroquianos tempraneros.
- A vos te traje el otro día– me dijo, y agregó -adonde vas a ahora?
- A Punta del diablo. – contesté.
Llegué a las ocho y media y comencé a buscar el hostel de Uwe "El diablo tranquilo". Con facilidad lo hallé gracias a varias indicaciones que me dieron algunos parroquianos tempraneros.
El hostel se hallaba cerrado, así que tuve que golpear varias veces hasta despertar al dueño. Uwe salió despeinado y en calzoncillos a abrirme. Me dijo que lo esperara y se fue a cambiar y a lavarse la cara.
Cuando volvió preparó café para los dos y fumó varios cigarrillos mientras no dejaba de toser. Uwe es un alemán que no habla español, se maneja en inglés. Nuestra comunicación fue amistosa e intuitiva, pero de pocas palabras. Nos quedamos tomando café frente a las cenizas de la noche anterior en la chimenea, hasta que me dejó pasar a la habitación, que compartiría con un francés.
Cuando volvió preparó café para los dos y fumó varios cigarrillos mientras no dejaba de toser. Uwe es un alemán que no habla español, se maneja en inglés. Nuestra comunicación fue amistosa e intuitiva, pero de pocas palabras. Nos quedamos tomando café frente a las cenizas de la noche anterior en la chimenea, hasta que me dejó pasar a la habitación, que compartiría con un francés.