22 de julio
Colonia nos despidió con un frío polar y un viento que calaba los huesos, La pequeña y bella ciudad se volvió fantasma. El río enfurecido ostentaba olas de mar. Carlos y yo nos apuramos a sacar los pasajes de micro a Montevideo. Desde hacía dos días, nos habíamos vuelto inseparables.
Carlos es colombiano, politólogo e historiador. Lo conocí el mismo lunes que llegué a Colonia en mi primer recorrida por la ciudad vieja. Fue precisamente arriba del faro, cuando le pedí que me tomara una foto. Allí mismo nos quedamos conversando por más de una hora, de política, de Colombia y Argentina, de Chile y Uruguay, del Evo y de Chávez. Carlos es un anarquista entrañable, que adora a Chávez, contradicciones propias de un pensamiento crítico e inteligente. Vivió en Venezuela y lo conoce bien a “mi negro” como suele llamar al Comandante Hugo. También vivió en Canadá.
Nuestra charla nos llevó a descubrir que parábamos en el mismo hostel, y que incluso habíamos arribado en el mismo barco. Sí, el maldito buque rápido.
Ahora, juntos le pusimos el pecho al frío camino a la terminal, abrigamos el alma y la barriga con un choripán, y nos subimos al micro hacia Montevideo donde nos esperan mis amigos que conocí en el viaje a Perú, Victor y Andrea.
Carlos es colombiano, politólogo e historiador. Lo conocí el mismo lunes que llegué a Colonia en mi primer recorrida por la ciudad vieja. Fue precisamente arriba del faro, cuando le pedí que me tomara una foto. Allí mismo nos quedamos conversando por más de una hora, de política, de Colombia y Argentina, de Chile y Uruguay, del Evo y de Chávez. Carlos es un anarquista entrañable, que adora a Chávez, contradicciones propias de un pensamiento crítico e inteligente. Vivió en Venezuela y lo conoce bien a “mi negro” como suele llamar al Comandante Hugo. También vivió en Canadá.
Nuestra charla nos llevó a descubrir que parábamos en el mismo hostel, y que incluso habíamos arribado en el mismo barco. Sí, el maldito buque rápido.
Ahora, juntos le pusimos el pecho al frío camino a la terminal, abrigamos el alma y la barriga con un choripán, y nos subimos al micro hacia Montevideo donde nos esperan mis amigos que conocí en el viaje a Perú, Victor y Andrea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario